Muerte de Lucrecia

Eduardo Rosales: Muerte de Lucrecia (1871)
Óleo sobre lienzo, 257 x 347 cm. Museo del Prado, Madrid

¡Y por el Capitolio que todos adoramos,
por esta casta sangre vertida inútilmente,
por este bello sol, reserva de cosechas,
por todos los derechos que Roma nos procura,
por la fe de Lucrecia que hace poco lloraba
su desdicha; por este, cuchillo ensangrentado,
vengaremos la muerte de tu querida esposa!
«La violación de Lucrecia»
William Shakespeare

En el año 510 a.C. se produce el derrocamiento del último rey de Roma y el surgimiento de la República, que duraría hasta que Augusto proclama el imperio en el 27 a.C. Este hecho lo provoca el suicidio de la patricia Lucrecia, que tras ser violada por el hijo del rey decide despojarse de la vida, al igual que ella ha sido despojada de su honor. Un concepto que afortunadamente en los tiempos actuales vemos que está perdiendo -o debería perder en una sociedad civilizada- su significado en este contexto, pero que en aquella época significaba más que la propia vida: el nombre de la familia y de las personas que la formaban era casi más importante que la supervivencia física de los propios miembros.

Escribe Vila-Matas en París era una fiesta que los grandes momentos nunca nos lo parecen, rodeados como están de lo cotidiano. No sabemos cómo sería el momento, sin embargo el pintor nos muestra un repertorio de pasiones y emociones que lo universalizan: el dolor sereno del padre y el agitado del esposo, la profunda angustia del que prefiere no mirar y la ira del que ya piensa en el futuro, en la justicia o la venganza, que en casos como este se mezclan hasta el límite de no saber dónde acaba una y empieza la otra. Vemos su cuerpo ya vacío de vida, inerte y sostenido por los brazos y la mirada de los que la encuentran, prefigurando la caída de una monarquía que se derrumbaría con ella.

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