Cicerón denunciando a Catilina

Cesare Maccari: Cicerón denunciando a Catilina (1880-1888)
Fresco. Palazzo Madama, Roma

Quo usque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
¿Hasta cuándo, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?

En el año 63 a.C., poco después de la lucha entre Mario y Sila y antes de los dos triunviratos que desembocarían en el Imperio, nos encontramos ante uno de los episodios más relevantes de la República romana. Lucio Sergio Catilina, endeudado tras perder uno de los puestos de consul por segundo año consecutivo, comenzó a planear, junto a otros ciudadanos de buena familia en su misma posición y las gentes descontentas de la ciudad, una conjura contra sus acreedores y las más altas figuras políticas, llegando a decir en su correspondencia que en su revolución harían arder la propia Roma.

Marco Tulio Cicerón fue el que obtuvo el cargo de primer consul. A sus oídos llegaron susurros del complot que se preparaba, y gracias a ellos pudo evitar un intento de asesinato el 7 de noviembre de ese año. Al día siguiente convocó al Senado y, comenzando con la frase que abre la entrada, acusó a Catilina y a sus hombres dando datos, fechas y lugares de las reuniones. Catilina poseía una ascendencia ilustre que se remontaba a la fundación de Roma, y su defensa se basó en recordar esto, sin embargo se sabía solo y esa noche huyó de la ciudad y se reunió con su ejército.

El 5 de diciembre, en otra sesión del Senado, Cicerón ordenó ejecutar sin juicio a los conjuradores que habían sido capturados en la ciudad. En pocas semanas las legiones romanas acabaron con Catilina y su ejército, mientras que Cicerón era aclamado por la multitud; sin embargo esta efímera gloria precipitaría su caída. Debido a ordenar las ejecuciones sin juicio de los seguidores de Catilina fue exiliado un tiempo de Roma, de esta forma su carrera entró en un lento declive del que jamás llegaría a recuperarse.

En el año 44 a.C. Julio César era asesinado, este hecho provocaría la ejecución del orador al año siguiente. El vacío de poder dejado por César hizo estallar una guerra entre Octavio y Marco Antonio; en este contexto Cicerón escribió las Filípicas, unos discursos en contra de Antonio similares a los que pronunció contra Catilina, sin embargo su influencia era ya mucho menor. El 11 de noviembre del año 43 a.C. los contendientes firmaron la paz, y junto a Lépido forjaron el Segundo Triunvirato de la República de Roma.

Debido a esta alianza Octavio abandonó a su suerte a Cicerón, y Marco Antonio tuvo vía libre para ordenar su muerte y colgar su cabeza y sus manos en la tribuna del Foro, como era habitual en los tiempos de Mario y Sila.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Eugène Manet en la isla de Wight

San Vital de Rávena y la Primera Edad de Oro de Bizancio

Her. La soledad y el amor en un futuro entre la utopía y la distopía