Fuck Off. La disidencia del arte chino en la década de 1990


En el año 2000, mientras se celebraba la Tercera Bienal de Shanghai, Ai Weiwei y Feng Boyi comisariaron Fuck Off, una exhibición de artistas y obras de la década de los 90 que se encontraban en los márgenes del arte aprobado por el gobierno chino. Debido al impacto y a la naturaleza de algunas obras la policía clausuró la exhibición antes de la fecha prevista y Ai Weiwei, casi desconocido hasta este momento, fue situado de la noche a la mañana en el mapa del arte internacional.


Las obras de Ai Weiwei presentes en esta exposición tienen en común su disidencia intelectual con el poder y los regímenes establecidos. En la serie fotográfica Estudios de perspectiva representa un acto físico de desprecio hacia algunos monumentos orientales y occidentales que simbolizan esta hegemonía. A su vez en Coca Cola Vase toma una vasija de época neolítica y pinta encima el logo de Coca-Cola, el mensaje tras esta acción en apariencia vandálica -ya que debido a la demanda hay numerosas falsificaciones y el artista no aclara si es una obra auténtica- es que el capitalismo y la globalización han arrasado la vida y la esencia de China, criticando al mismo tiempo al Partido Comunista, ya que no protege su patrimonio cultural y permite hacer negocio con las raíces de su pueblo.


Sin embargo, las reivindicaciones de la exhibición no son sólo políticas, también nos encontramos un discurso en contra del maltrato animal abanderado por Sun Yuan y su obra Solitary Animal, en la que vemos el esqueleto de un animal encerrado en una vitrina de cristal sellada con una cápsula de veneno en su interior, de tal manera que un fallo de seguridad habría provocado la muerte de todos los asistentes, dando paso a una justicia poética perversa en la que los restos simbólicos del maltrato le devuelven el daño a la raza que lo provoca, aunque las personas que se encuentren ahí en ese momento jamás hayan participado de ello.


Relacionada con esta vertiente se encuentran las obras en defensa del medio ambiente y la dualidad entre tecnología y naturaleza, siendo una de las más relevantes la performance que realizó He Yunchang. Su nombre es Talking with water, en ella se colgó durante una hora cabeza abajo sobre un río ayudado por una grúa; antes de esto se provocó unas pequeñas heridas en los brazos de las que manaba sangre que se vertía en el agua, el discurso era depurar con esta acción la contaminación producida por la industria y de traspasar mediante un sacrificio laico su alma a la naturaleza.

Tal vez la mayor incongruencia de esta acción es que mientras critica el enorme daño a los ecosistemas provocados por la industria se sirve del apoyo de una de las consecuencias de este progreso para realizar su obra.


Sin lugar a dudas la pieza más controvertida de la exposición fue Eating people, de Zhu Yu, en la que podemos observar al autor comiendo lo que parece el cadáver de un niño recién nacido; esto suscitó un gran escándalo internacional, llegando a ser investigado por el FBI y Scotland Yard. La respuesta de Yu era que ninguna religión ni el código penal de los principales países prohibían específicamente la antropofagia, por lo que su obra se movía en un espacio neutro entre la moralidad y la legislación, señalando también la hipocresía del gobierno chino, ya que en este momento seguía vigente la ley que prohibía tener más de un hijo por familia debido a la superpoblación, lo que provocaba un gran número de abortos forzados y de niños sin papeles fuera del sistema.


Para finalizar este artículo vamos a tratar dos performances de Song Dong, un artista que infunde a sus acciones una gran carga poética, ambas fueron realizadas en el año 1996. En la primera, Stamping the Water, Dong golpea el río Lhasa -ubicado en la capital del Tibet ocupada por China, visibilizando así este conflicto- con un sello en el que está grabada la palabra "agua", de tal forma que el agua golpea al agua y por un momento produce una alternativa; la tragedia es que tras unos instantes todo vuelve a ser como antes del impacto. La segunda, Breathing, va en la misma línea, en ella vemos en el horizonte la Puerta de Tiananmen en Beijing como alegoría de poder y al artista tumbado boca abajo en su plaza en pleno invierno, intentando descongelar el hielo con la única ayuda de su respiración.


La reflexión de ambas obras es la misma, la metáfora de que cualquier acción a nivel individual que tenga el objetivo de cambiar las cosas está condenada al fracaso, sin embargo persiste la esperanza de que muchas acciones mínimas puedan producir un cambio en el orden hegemónico del mundo, y pese a que tengamos una certeza casi absoluta de la caída, la única posibilidad ética que nos resta es intentar derretir el hielo.

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